Río arriba
Al mirar la “historia”, al menos la oficial, del Valle de Jovel es difícil encontrar algún texto que haga referencia de manera profunda a los más de 30 siglos de historia que estas tierras tuvieron antes de la invasión española, la mayoría remite a su pasado de menos de 5 siglos a partir de que el asesino Diego de Mazariegos fundara aquí sobre la sangre de miles de indígenas de distintos pueblos la llamada “Ciudad Real” después San Cristóbal de las Casas.
Esto no es casual, al contrario, delata la intención que desde entonces y hasta la actualidad autoridades coloniales y neocoloniales tienen por borrar todo rasgo de cultura, identidad y raíz en los grupos tsotsiles y tseltales que habitan aquí.
Sin embargo, y pese a más de 500 años de invasión, los intentos de borrar el pasado para apropiarse del territorio por parte de estos grupos han encontrado una fuerte resistencia por parte de las comunidades tsotsiles y tseltales quienes atesoran y defienden su derecho a tener una raíz profunda y una relación estrecha con su comunidad y ecosistema.
Los colectivos pudimos presenciar desde dentro esta guerra en la que un bando lucha por la supervivencia de formas ancestrales de relación humanx-naturaleza; y otro bando lucha por apropiarse, explotar, robar y vender los “recursos” naturales responsables de la vida en estas tierras; lo que nos llevó a darnos cuenta de que mientras esta se vende como un conflicto entre “pasado” vs progreso, la realidad es que la vida comunitaria y las relaciones que esta acoge en el Valle de Jovel no tienen nada de pasado, y eso que llaman “progreso” no tiene nada de tal, ni de futuro, sino que se trata de distintos niveles de despojo y depredación.
Compartimos esto con ustedes a través de este río, el cual lleva por nombre “Río amarillo” y atraviesa toda la ciudad de “San Cristóbal” a lo largo de 13km de los cuales, según la asociación Pronatura Sur, Sólo 2km están libres de distintos niveles de contaminación. Nos remitimos al río como un símbolo debido a que la Casa Intercultural de Jts´unbaltik se encuentra a la orilla de los primeros 2km de este río que es la única parte que no se encuentra devastada por distintos tipos de contaminación.
Esta localidad lleva por nombre Molino de Arcos en referencia a los molinos de la hacienda que ocupó este territorio desde la invasión y hasta 1994, cuando los tsotsiles y tseltales que habían sido desplazados históricamente de este territorio recuperaron su posesión abanderados por la lucha zapatista.
Hoy Molino de Arcos, donde el Colectivo Disidentxs habitó los meses de esta investigación representa dignamente el carácter intercultural que valle de Jovel ha tenido desde siempre, pues alberga en sus más de 600 familias grupos de tsotsiles, tseltales, “caxlanes”, españoles y personas provenientes de distintos lugares de Chiapas y el mundo, en este lugar se hablan al menos 4 lenguas distintas y se práctica un sin número de religiones como el protestantismo, catolicismo y hasta islam.
Este sitio no solo se integra por las familias humanas que aquí habitan, sino que estas conviven estrechamente con una gran cantidad de biodiversidad que va desde árboles de más de cien años, orquídeas en peligro de extinción y una buena cantidad de fauna silvestre, hasta un sin fin de animales de corral y traspatio, así como cultivos de vegetales y semillas orgánicos en prácticamente todas las casas que integran esta comunidad.
Aquí las formas de organización no dependen del gobierno o partido en turno, sino que se encuentran a cargo de la asamblea de la comunidad, en la que de la manera más democrática se decide respecto a los proyectos, fiestas, servicios y hasta vigilancia que incumben a la localidad.
Para Disidentxs como “caxlanes” o personas no originarias de este lugar esto representa un ejemplo de las formas de vida que configuran las comunidades originarias, las cuales explican porqué según la UNESCO, los “pueblos indígenas” conservan el 80 porciento de la biodiversidad del mundo.
Sería imposible plasmar e incluso entender las formas de relación con la vida y la naturaleza que los tsotsiles y tseltales conservan en este y diversos territorios más, pero para nosotrxs ha sido claro que la única manera de aprender de ellos si queremos construir una relación con la tierra que aporte a detener la casi inevitable catástrofe ambiental anunciada por prácticamente todos los expertos en el campo, tiene que ver con hacerse responsable del lugar de donde viene el agua y los alimentos que consumimos cada día, y ese hacerse responsable solo puede ser posible eliminando, reduciendo o por lo menos siendo consientes de la depredación hacia la tierra el agua y la naturaleza que implica el acto de comprar prácticamente cualquier alimento, ropa o dispositivo tecnológico vendido en el sistema capitalista. Tal vez para usted querido lector esto pueda parecer imposible, sin embargo lo que queremos compartir es que viviendo en Molino de Arcos hemos admirado de frente como no uno, sino prácticamente todxs los habitantes originarios de comunidades como esta se hacen cargo de sembrar y cuidar año con año la mayor parte de su base alimentaria, y no únicamente eso también se hacen cargo, cuidan y valoran su relación con los otros y con el territorio a través de un sistema de asambleas.